La lucha libre, uno de los espectáculos más representativos de la cultura popular mexicana, enfrenta hoy un nuevo reto fuera del cuadrilátero: la gentrificación.
En colonias tradicionales donde por décadas se han instalado arenas y gimnasios de entrenamiento, el aumento en los precios de la vivienda y la llegada de nuevos desarrollos inmobiliarios amenazan con desplazar a este símbolo cultural.
Promotores y luchadores señalan que la lucha libre no solo es entretenimiento, sino un espacio de identidad comunitaria, donde familias enteras se reúnen para compartir tradición, historia y resistencia popular.
“Así como defendemos nuestra máscara en el ring, ahora tenemos que defender nuestras arenas en los barrios”, expresó un luchador durante un evento comunitario en la capital.
La expansión de proyectos habitacionales modernos ha transformado el paisaje urbano, pero también ha generado presión sobre los espacios que albergan funciones de lucha libre, poniendo en riesgo su permanencia.









