La presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta uno de los primeros dilemas estratégicos de su administración: decidir si ampliará las operaciones del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) o mantendrá la política aérea impulsada por su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, que buscaba trasladar buena parte del tráfico aéreo al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
El tema resurgió tras la reciente saturación de vuelos en el AICM, provocada por el incremento de la demanda internacional y las restricciones impuestas por Estados Unidos a nuevas rutas en el AIFA. Diversos sectores empresariales y turísticos han presionado al Gobierno para flexibilizar el uso del aeropuerto capitalino, mientras que otros consideran que hacerlo significaría renunciar al impulso del AIFA como proyecto emblemático del sexenio anterior.
“Estamos evaluando todas las opciones, siempre priorizando la seguridad, la conectividad y el interés nacional”, declaró Sheinbaum al ser cuestionada sobre el tema durante una conferencia en Palacio Nacional.
Especialistas del sector advierten que el AICM opera desde hace años por encima de su capacidad, lo que ha generado problemas de mantenimiento, retrasos y afectaciones ambientales en la zona. Sin embargo, reconocen que el AIFA aún no alcanza los niveles de tráfico y rentabilidad esperados, pese a las inversiones en infraestructura y promoción.
Analistas políticos señalan que la decisión de Sheinbaum tendrá un alto valor simbólico, pues marcará si su gobierno seguirá la línea de continuidad con los proyectos de López Obrador o si optará por un enfoque más pragmático y técnico en materia de aviación civil.
Mientras tanto, la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes prepara un nuevo diagnóstico sobre la red aeroportuaria del Valle de México, cuyo resultado podría definir el rumbo de la política aérea en los próximos meses.








