La relación entre Jorge Romero, líder de referencia dentro del PAN; Ricardo Salinas Pliego, uno de los empresarios más influyentes del país; y el debate sobre la subrogación del control político dentro del panismo, ha desatado una fuerte polémica nacional. De acuerdo con diversas voces internas, el partido estaría viviendo un proceso de realineamiento que algunos describen como una “entrega” de espacios estratégicos a intereses empresariales externos, lo que ha avivado tensiones y cuestionamientos sobre la autonomía panista.
Dentro del PAN, figuras tradicionales acusan a Romero de permitir una creciente influencia de Salinas Pliego en decisiones clave, desde perfiles electorales hasta la agenda legislativa, mientras que otros sostienen que esta relación responde a una estrategia pragmática para obtener respaldo financiero y mediático en un escenario político cada vez más competitivo.
El propio Salinas Pliego ha negado cualquier intento de control político, aunque sus constantes intervenciones y mensajes públicos contra actores del sistema mantienen viva la sospecha de una injerencia directa.
Analistas advierten que esta pugna podría profundizar las divisiones internas del PAN, especialmente en un momento en el que el partido intenta redefinir su identidad y reconstruir su fuerza territorial. Por ahora, el debate sobre la presunta “subrogación” sigue creciendo y amenaza con convertirse en uno de los puntos más delicados de la reconfiguración opositora rumbo a los próximos comicios.








